21.3.07

002 - Y llamé a las puertas del cielo





Estaba en un pequeño pueblo, cercano a la única ciudad de la costa norte que mira al sur, intentando hacer una fotografía al cáliz de una pequeña y sencilla, pero hermosa flor, cuando un destello luminoso distrajo mi atención. Separé la cámara de mi cara y mire cuidadosamente a su objetivo. Estaba limpio. ****
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Miré al sol, y no percibí nada diferente a cualquier otro día. Reanudé el intento de captar un momento mágico en ese cáliz, y de nuevo volví a percibir un destello, esta vez algo más acusado. Dejé la cámara y miré hacia el Sol. Nada, no había nada.
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Al intentar coger la cámara de nuevo, cosa que ya no llegué a hacer, noté una cierta luminosidad por el rabillo del ojo. Giré la cabeza y el destello estaba allí, sobrevolando el macizo de flores, a unos dos metros de altura. Mi cara se volvió pálida.
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Yo no soy creyente. No creo en cada... o casi nada. De haber creído en algo hubiese dicho que era un ángel, o ángela dado que no percibía atributos diferenciadores.
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Claramente noté que me decía, con una encantadora sonrisa, sin que se observara movimiento alguno en sus delgados labios, vete, busca y encontrarás. Si, eso creí entender, vete, busca y encontrarás.
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Me quedé anonadado. Eso no me podía estar pasando a mí. ¿A donde tenía que ir? ¿Qué tenía que buscar? ¿Qué iba a encontrar? Además, ¿Quién era ese ser? ¿Tendría que darle carta de naturaleza y afirmar su existencia?
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Y no pude hacer más ese día. Realmente, si pude. Pasé todo el día pensando en lo que me había sucedido. A mí. Un escéptico, un agnóstico recalcitrante.
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Llamé. Si, llamé. Llamé a las puertas del cielo, sabiendo que no existe un cielo, como mucho, un infierno aquí en la tierra salpicado por instantes de paraíso.
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Y se abrió una puerta. Allí, con su sonrisa encantadora, allí estaba. Me repitió, vete, busca y encontrarás. Y tuve una vaga visión. Me vi, por un momento, en la Luna, o Marte, quizás algo así.
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A la mañana siguiente salí con destino a Lanzarote, no sé por qué, y una vez allí, olisqueé todas y cada una de las piedras de lava volcánica, siguiendo un rastro de no sé qué. Entré en el interior de la tierra, me bañé en el calor del volcán hasta deshacerme por los poros de mi piel...
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Regresé con la extraña sensación de que esa experiencia era gratificante. Nada más. *****
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Llamé de nuevo a las puertas del cielo. No hizo falta que llamara, estaba esperándome a las puertas. Me repitió, vete, busca y encontrarás. Y de nuevo una vaga visión. Estaba bajo el mar, desnudo. Me acompañaba mucha gente muy diferente a mí.
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Y a la mañana siguiente, sin saber por que razón, estaba volando hacia Toba, Japón, donde al llegar me esperaba, sin saber por qué, una comitiva de diminutas mujeres que me llevaron a una bahía. Nos sumergimos en sus aguas donde me enseñaron, y rápidamente aprendí, la técnica del buceo a pulmón libre.
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Eran unas expertas, habían nacido extrayendo las mejores perlas del lecho marino, y me decían que allí les encontraría la muerte algún día. Eran felices y sonreían todo el tiempo. Yo les correspondía de la mejor manera que sabía hacer.
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Me dijeron adiós. Que ya sabía todo lo que tenía que saber, y que buscase en donde nadie habría buscado antes.
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Llamé a las puertas del cielo. Esta vez no estaba nadie para recibirme. Un cartel de plateado color decía: Norte – Isla - Muy Frío – Abajo. No tenía sentido para mí. Solo norte era una indicación.
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Decidí dejar al destino. Me puse en carretera y paré al primer coche. Iba en dirección norte. Y pasaron los días, por un extraño azar, todos los coches que paraba iban en dirección norte. Y de este modo llegué a una costa que tenía enfrente una pequeña isla. Después supe que era de poco más de 30 kilómetros cuadrados.
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En la playa noté un agua heladora. Claro, pensé, estoy en el Mar del Norte, no puede estar el agua de otra forma. Sin embargo, las indicaciones de las puertas del cielo comenzaban a tener coherencia.
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Me acordé de mis amigas japonesas, me desnudé y me lancé al agua. Buceé incansablemente en unas aguas extrañamente cristalinas. Solo estaba yo. Ninguno de esos peces de colores. Nada de arrecifes de coral, nada de nada. Solamente arena blanca y fina.
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No sé cuanto tiempo pasó pero al final lo distinguí claramente. Un destello. Quizá el mismo que había notado cuando estaba fotografiando aquél cáliz.
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Agradecí profundamente a mis maestras japonesas el arte del buceo a pulmón libre. Allí estaba yo, aguantando sin esfuerzo todo el tiempo del mundo, viendo...
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La más hermosa perla que jamás pueda ser imaginada.
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¿Cómo imaginar una perla así en esas frías aguas?
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Perdí la noción del tiempo. Solo tenía ojos para aquella perla. La visión de la perla cambió mi vida. El mundo cambió de color. Mis flores se hicieron más bellas, las montañas… más altas, la música… más armoniosa, la comida de cada día más deliciosa...Todo era un goce para los sentidos.
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Moría lentamente. Día a día bajaba a ver la perla. Mi perla. Jamás se me ocurrió la idea de sacarla de allí. Ese era su lugar.
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Poco a poco, el mar se llenó de peces de colores. Surgió el coral. Las aguas se hicieron más cálidas. Ya no necesitaba subir a tomar aire. Mi piel se encargaba de respirar por mí. Solo necesitaba verla. Saber que estaba allí. Era suficiente.
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Un día, sin saber porqué, el agua se tornó oscura, muy oscura. Sucedió de repente. Nunca pude conocer las causas... pero sí los efectos. Ya no había corales y peces de colores. Ya no podía aguantar dentro de aquel infierno, el oxígeno me resultaba insuficiente. Si intentaba bajar a buscar una causa, aceleraba mi muerte. Y moría lentamente.
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Ya casi muerto, recuerdo. Recuerdo que una vez tuve, sin tener, la perla más hermosa del mundo. Ahora, para fijar el recuerdo, miro el cuadro de Vermeer, la Joven de la Perla, y acompaño la visión con música de Lisa Gerrad, exactamente, Whale Riders, mientras muero lentamente.
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P.D. Dedicado a La Perla
Sí, la foto del cáliz la hice



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002·INT001·070321 · Y llamé a las puertas del cielo ©2007  
070629-C2120-Feijoa Selloana-Estambres-w ©2007
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4 comentarios:

  1. Curiosas aventuras cantábricas… Espero que "la perla" mereciera la pena.
    Por cierto, titánico el esfuerzo multilingüe; ojalá que dé fruto.
    Un saludo.

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  2. Qué delicia leerle. Y la música de fondo, a la que uno se abandona, dejándose llevar por ella... ¿Sabe? El relato me ha recordado mucho a Big Fish, que me encanta.
    Un beso boca a boca para que no muera y, si lo hace, al menos que sea con gustirrinín, jiji.

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  3. Y a veces jugamos a tener, otras a convencer y otras a encontrar... y encontramos y es entonces cuando el pie resbala, y es entonces cuando nos agarramos y es entonces cuando levantamos la vista y vemos la sonrisa del viento que nos atrapa en silencio y no nos deja caer.

    Un beso sincero, sin artificios, claro como el día y cálido como las espigas calentadas cuando acarician al sol.

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  4. Pues no, no era un déjà vu, sabia que habia estado aqui, que habia leido y sé que me fuí en silencio.

    Te lo digo ahora, ¿por que? pues porque el azar me trajo aqui por segunda vez, o por tercera, si contamos la version en inglés.

    Azar, el azar... :)

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